Contracorriente

        ¿Quién soy yo?

​

 

                Angel Iván Ruiz Sotelo

                     20/07/2016

 

 

                                                     “Como no pude detenerme ante la muerte,

                                                    amablemente ella se detuvo para mí; el carruaje                                                             sólo nos encerraba a nosotros y a la inmortalidad…”

(                                                                      El carruaje, Emily Dickenson)

 

 

 

La primera estrofa del poema “El carruaje” de Emily Dickenson comparte, describe y traza mi camino por el valle de la muerte y la ruta final que atrae la amargura y un alma impávida ante los holocaustos.

He sido el bohemio de las noches de lamento, un aullador solitario a una estática y coqueta luna. La singularidad de mi ser, se detiene a no evolucionar en Héctor (La Ilíada, Homero), al convertirme en salvador, mesías y héroe. Soy antagonista de mi propia historia.

Actúo en contubernio conmigo mismo para solicitar el Nirvana, en lucha incansable del bien contra el mal, tal y como lo escribiera Nietzsche en alguna instancia. Grandes oleadas de libros se unen a la causa para conseguir un fin único, revelar los textos apócrifos de toda la historia de la humanidad. El resultado final, causar malestar de ignominia.

Los acordes místicos tocan en tonadas que me vestirán de gala para ser el trovador, bailarín y cantor de ciudad que cambiará los matices blanco y negro. Ser el hombre que ríe de su ironía y cínica bufonada. Soy todo y a la vez nada. Seré el transeúnte medroso, el miedo y la locura.

Pocas cosas logran satisfacer mi espíritu, otras son ungidas como aceites  sobre mi cuerpo en un placebo efímero, llenas de hastío y aversión. Soy alma estéril que planifica un juego de azar. El dramaturgo de alfa y omega desvanecido que diseña la eucaristía para fieles perdidos e idiotas. Y el chico sin metas que desea ser periodista.