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MACARIO por Bruno Traven -Síntesis del libro-

“Como no pude detenerme ante la muerte, amablemente ella se detuvo para mí; el carruaje sólo nos encerraba a nosotros y a la inmortalidad…” (El carruaje, Emily Dickenson)

La religión católico/cristiana dentro de sus escritos sagrados, dedica un libro completo a explicar la última vereda de un ser humano al momento de fallecer. ¿A dónde va parar su alma? ¿Existe un descanso con pasto verde y rociado por la gracia de Dios; colinas donde puede alzarse el mesías en nombre de sus discípulos?

Esperanza para aquellos fieles deseosos de reposar después de una jornada trabajosa, turbulenta y rasposa. Manejar la muerta como un camino más que tomar, significado de inmortalidad. No se fallese o se vuelve inexistencia del ser cuando das la finalización al respirar.

Dios espera con los brazos abiertos a todos los gallardos capaces de mantener la fe a flote, sin importar las calamidades o sucesos trágicos. La muerte se viste bella, primaveral y coqueta; guiña los ojos para los seguidores fervientes del Dios (judío, cristiano, católico).

Para todos los restantes, llamados: impíos, blasfemos, herejes, sacros o paganos; es un sueño surrealista gozar los placeres comandados por Dios. Sufrirán las embestidas de la muerte en su faceta amarga e insípida, cada extracto de su poder es complemento de un tormento prolongado hasta el final de los tiempos. Son los rebeldes que deben aceptar s, ser repudiados y azotados con sus miedos en el infierno. No tendrán tregua o descanso capaz de amortiguar la dolencia.

Pero, ¿qué es la muerte? José Saramago la describe como sabía, delicada, femenina, deductiva y fría, además de vengativa. “Las intermitencias de la muerte”, la ópera prima de un longevo Saramago manifiesta una sociedad como todas las otras, con gobiernos corruptos, las diferencias de castas, los salarios elevados para la aristocracia y reducidos para el proletariado. Con una diferencia, en un ataque de risa y estímulo para ver arder un mundo complejo e hipócrita, decide cerrar las puertas que llevan a los humanos al otro mundo, nadie fallecerá más, sin importar la forma.

Una Nación caótica nace dentro de esa artimaña por gusto propio, un experimento social que ayudaría a reflejar la bajeza adoptada por los seres humanos al implantar un poco de anarquía en el ambiente.

Conforme transcurre la obra, una muerte arrepentida y excitada por probar los dulces mundanos del romanticismo es mostrada, también desea ser humana y comprender el porqué de las cosas, ¿cómo se enamoran los humanos? ¿Por qué sucede? ¿Por qué se sentía inmune, débil y frívola cuando miraba los ojos del músico? La muerte sufre por igual, presiente y es complementada por las sus partes sensoriales, la briza de los cielos nublados.

La cultura mexicana es de las más representativas al dar uso a la muerte, la maneja con sarcasmo, ironía y con tono histriónico. Es la caminante solitaria, que carga con un costal repleto de almas miserables; no tiene piedad y aplica jugarretas aquellos tristes transeúntes incapaces de apreciar la vida, aquellos habitantes en las cantatas de muertos. Esa esquelética damisela es temida y amada.

Al sonar las doce de la madrugada, cuentan las bocas ancestrales que se escuchan las llantas rechinantes de una carroza con maderos podridos, el relinche de corceles entusiasmados por la agonía y una risa socarrona que se pierde dentro del infinito y la ventisca gélida. La llamada final para arrepentirse de sus pecados; como Caronte, te embarca por la carretera cubierta de neblina que lleva al averno.

La muerte proseguirá siendo engañosa, atenta, amigable y dominante. Tiene en su andar varios lacayos que han servido a su magnificencia, Macario de Traven fue uno más. Es la figura más temida y alabada de Occidente, Oriente y el Continente africano. La mujer engalanada de otorgar la risa final antes de partir a transformarse en materia dentro del cosmos.


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